Ex-alumnos de la academia Santa Maria

Para saber de aquellos que conocimos en un embarque, en la escuela o incluso en puerto.

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Mariano García
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Re: Ex-alumnos de la academia Santa Maria

Mensaje por Mariano García »

Alegría me da leerte y recordar a (creo que) tu abuelo D. Juan y a tu tio Juanito con los que compartí muchas charlas en la Academia.

El año pasado no quedamos para la comida. Yo siempre estoy dispuesto, y espero que alguno de los que todavía navegamos por este planeta (aunque solo sea en Internet) puedan también contestar a tu mensaje y quedemos en septiembre u octubre, bien para un almuerzo o para tomar un aperitivo y nos enseñes esas históricas fotos.

Yo estuve varias veces en casa de tu abuelo en Tirso de Molina, y cada vez que paso cerca de su vivienda camino de la Filmoteca les recuerdo. Me encantaría conocerte para recordarles, y si te parece esperamos unos días para ver si alguien más se engancha y ya quedamos.

Un abrazo,
Mariano García.
Sólo somos una raza avanzada de monos en un pequeño planeta de una estrella promedio. Pero podemos entender el universo. Eso nos hace muy especiales. Stephen Hawking, 1989
Emilio Fernandez
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Re: Ex-alumnos de la academia Santa Maria

Mensaje por Emilio Fernandez »

PODÉIS CONTAR CONMIGO PARA ESA COMIDA, QUE POR MI PARTE PREFERIRÍA QUE FUESE EN OCTUBRE.
QUIZÁS PUEDAN INCORPORARSE CONSTANTINO LUENGO Y JOAQUÍN DELGADO.
UN ABRAZO PARA TODOS
EMILIO FERNÁNDEZ
Mariano García
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Re: Ex-alumnos de la academia Santa Maria

Mensaje por Mariano García »

Gracias Emilio. Me parece bien octubre.

Espero se apunte algún otro superviviente :) . ¡No pudieron con nosotros los temporales, la longitudes calculadas con sextante, las arcadas artesanales para evitar los corrimientos de cereales, las recaladas con niebla sin radar ni GPS, y etc, etc! . Y es ya como un sueño poder daros un fuerte abrazo.
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Emilio Fernandez
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Re: Ex-alumnos de la academia Santa Maria

Mensaje por Emilio Fernandez »

LA ACADEMIA SANTA MARÍA PARTE 1
Para los que éramos de o vivíamos en Madrid a mitad de la década de los cincuenta del siglo pasado, y habíamos sentido la llamada de la mar en su versión civil, o sea , la Marina Mercante, solo teníamos dos opciones; una, asistir como alumnos oficiales a una de las cinco Escuelas Oficiales de Náutica y Máquinas que había en España, Barcelona, Bilbao, Cádiz, La Coruña y Santa Cruz de Tenerife, o, la segunda, estudiar la carrera en una Academia local y examinarnos luego como alumnos libres en alguna de esas Escuelas, que fue la opción que yo y muchos otros colegas elegimos.

En Madrid habiendo fallecido en 1953 Ignacio Fossi Gutiérrez, autor del Tratado de Náutica que todos estudiamos, y desaparecida con él la Academia Fossi, las dos opciones eran: El Centro de Estudios Náuticos Elcano, sito en la plaza de Olavide y la Academia La Santa María, exclusivamente para Capitanes y Oficiales de la Marina Mercante, según rezaban dos cartelones colgados en las ventanas de la fachada, situada en el primer piso de la calle san Bartolomé 4, esquina a la calle San Marcos, calle esta última de muy dudosa reputación debido a la existencia de varios burdeles en la misma. La firma del Concordato con la Santa Sede en 1953 obligó al cierre de estos negocios y a la ¿regeneración de sus empleadas?, por lo que la calle mejoró su reputación.

La Gran Vía de Madrid estaba muy cerca y entonces era la única calle cosmopolita donde solíamos ir a pasear para ver gente de otros mundos. También era la única calle de la ciudad con semáforos que tenían la particularidad de tener incorporados un timbre que sonaba cuando el semáforo se ponía en amarillo para cambiar de señal roja a verde o viceversa. La gente no interpretaba bien el significado del timbre y se ponía a cruzar en cuanto sonaba el mismo, lo cual en ocasiones creaba situaciones de peligro. En la Gran Vía además de Sepu, el no va más en grandes almacenes, estaban los cines de estreno y daba categoría social decir que se había al cine a uno de la Gran Vía, y si además se había ido al patio de butacas, que eran las localidades más caras, entonces estaba uno en la cima del mundo.

La Academia La Santa María fue mi opción, porque fue la única que se dirigió a mí por carta ofreciéndome sus servicios, una vez acabados mis estudios de bachiller superior por ciencias en 1954. Ya funcionaba el “mailing” sin que entonces se llamase así. Se conoce que la Academia La Santa María daba una generosa propina a los responsables de las listas de aprobados de los Institutos para conseguirlas, ofrecer sus servicios y generar nuevos alumnos.

Debajo de la Academia había una taberna donde bajábamos los alumnos a tomarnos unos vinos y en su interior una sala con un futbolín y una mesa para echar unas partidas de póquer. Un sitio ideal para escaparse de la rutina de las clases, aunque la Academia enviaba semanalmente por correo a nuestras casas nuestras notas para que nuestros mayores nos tuvieran controlados. Cerca de allí, en la calle Infantas Antonio Machín tenía una cafetería.

La climatización de las aulas era muy sencilla, en invierno había una estufa alimentada por carbón en el centro de las clases que las calentaba. Había que tener cuidado de no acercarse a la estufa para no quemarse la ropa. Un día un profesor no lo hizo y se le originó un importante agujero en la chaqueta, lo que le hizo soltar improperios y juramentos diversos en arameo. Era una época de penurias donde los sastres daban la vuelta a los trajes para que durasen alguna temporada más. Y los que podían se ponían el traje de los domingos que era el más nuevo. Los adolescentes todavía nos poníamos el pantalón bombacho, moda británica que quedó pronto olvidada.

En verano la solución era más fácil. Ventanas abiertas de par en par, para que entrase el fresco de calle. Había poca circulación de coches, por lo que la contaminación era escasa, el inconveniente era que los pocos coches que circulaban tenían la costumbre de tocar el claxon cuando llegaban a una esquina, para avisar en los cruces a otros posibles coches que podrían cruzarse. Tuvieron que pasar varios años para que D. José Finat y Escrivá de Romaní, conde de Mayalde y alcalde de Madrid, que en algún período de la segunda guerra mundial fue embajador de Franco ante Hitler, imitando a su colega de París, impusiese la ley del silencio en la ciudad, para acabar con los cláxones.

En cualquier caso en Madrid tanto la Elcano como la Santa María eran academias minoritarias. Las más famosas eran Academia Caballero, donde las jovencitas aprendían Secretariado, Mecanografía y Taquigrafía (¿Se acuerda alguien para que sirve la taquigrafía?). Academia Mangold, donde enseñaban inglés, idioma que empezaba a despuntar, una vez visto que era imposible el alemán (véase la similitud con impasible el ademán) y por último la academia Radio Maymó, donde se formaban técnicos en radio, que podían montar un superheterodino de 8 válvulas y quedarse con él. Mi duda siempre fue si se oía algo con esos trastos. (SEGUIRÁ)
EMILIO FERNÁNDEZ
Emilio Fernandez
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Re: Ex-alumnos de la academia Santa Maria

Mensaje por Emilio Fernandez »

LA ACADEMIA SANTA MARÍA PARTE 2
Los alumnos del C.E.N. Elcano iban a examinarse a la Escuela de Bilbao, pero los de La Santa María íbamos a Barcelona, situada en la Plaza del Palacio muy cerca del mar. La razón, parece ser, es que uno de los catedráticos de Barcelona, D. Cesáreo Díaz Fernández, autor de los libros Trigonometría Esférica y Mecánica Aplicada al Buque y profesor de esas asignaturas, antes de ganar la cátedra había dado clases en la Academia en Madrid, y algunos decían que tenía una participación en la misma. Era cuñado del director. También decían que daba un trato más benevolente a los alumnos de Madrid que íbamos a Barcelona.

En esa Escuela estaba, además de Secretario, como catedrático de la asignatura de Máquinas y Taller, para los alumnos de Máquinas, D. José Pérez del Río. Un icono para los Maquinistas Navales de varias generaciones. D. José había escrito su “Tratado General de Máquinas Marinas”. Una obra en ocho volúmenes que ha servido de consulta igualmente para varias promociones de Maquinistas Navales. D. José fue el primer Doctor en Ciencias del Mar de España por su Tesis Doctoral “En defensa de la máquina de vapor”. Siempre recordaré las siguientes frases escritas por D. José como prólogo a su publicación.

“A los muertos y a los viejos Maquinistas Navales de otros tiempos, taumaturgos oscuros y tenaces, que allá en su fáustico mundo (hierro, mar, vapor y fuego), crearon para nosotros blasones y derechos”.

Durante las épocas de exámenes, Junio y Septiembre, los alumnos se alojaban acompañados del director de la Academia D. Juan Tenreiro Rodríguez en la pensión Jardín, en la calle Nueva de San Francisco, en pleno casco histórico de Barcelona. Una curiosidad era que las notas iban de 0 a 6, y 3 ya era aprobado.

Los dueños de la pensión Jardín tenían por aquella época una hija en edad de merecer, rubia y llamada Nina que tonteaba con algún alumno. Yo personalmente como tenía familia en Barcelona, me alojaba en su casa y nunca fui huésped de la pensión.

El viaje en tren expreso, (según Ramón de Campoamor, el tren no corría que volaba), desde Madrid a Barcelona tardaba 14 horas. Salía de Atocha a las 10 de la noche y llegaba a la estación de Francia a las 12 horas del día siguiente. Por Zaragoza pasaba a las 4 de la madrugada. El billete en tercera clase (10 personas por departamento) costaba 125 pesetas. Eso si, como la locomotora era de vapor, estaba garantizada alguna carbonilla en los ojos. También había que pasar un túnel, una vez entrado el tren en Cataluña, cuya travesía duraba unos 20 minutos donde la sensación de ahogo era angustiosa. Una pareja de la policía secreta exigía la documentación, y a nosotros menores de 18 años, el permiso paterno para poder hacer el viaje.

El director y creo que principal accionista de la Academia, D. Juan Tenreiro Rodríguez había sido sargento del Cuerpo de Máquinas de la Armada, concretamente 2º Maquinista. Había ingresado en la Armada en 1922, pero como había permanecido fiel a la República y además en 1930 había ingresado en la logia Tolstoi de la masonería, una vez acabada la guerra civil fue depurado por sentencia del tribunal correspondiente nº D.O. 84/42 y expulsado de la Armada, y gracias a que salvó la vida, pues otros compañeros con “delitos parecidos” fueron fusilados. D. Juan para sobrevivir derivó su actividad profesional a la enseñanza en la Marina Mercante, participando en la creación de la Academia La Santa María. Un hombre que con gran esfuerzo, profesional y comercial, en aquellos tiempos difíciles, tuvo una academia que se mantuvo con éxito muchos años, y a la que venían a formarse marinos mercantes de toda España. Un buen empresario que además ayudaba a los alumnos que lo necesitaban.

El curso 1954/55, que fue en el que yo empecé, había estrenado un nuevo plan de estudios, que para los alumnos de Náutica consistía en un examen de ingreso y tres cursos. El examen de ingreso tenía dos grupos, ciencias y letras y era necesario haber aprobado los dos grupos para pasar a primero de carrera. El profesor del grupo de ciencias se llamaba D. Javier, un licenciado en Física, algo bisojo, muy buen profesor. En cuanto el país, remontó un poco de las secuelas de la guerra civil, encontró un empleo en la industria, mejor remunerado que en la enseñanza y dejó la Academia siendo sustituido por otro físico, llamado D. Simón que ya no era tan buen profesor. El profesor del grupo de letras era D. Primitivo, un señor ya mayor, licenciado en Filosofía y Letras, misógino y que de joven había dado la vuelta al mundo, batallita que nos contaba y que nos dejaba a todos interesados. Aprobé el examen de ingreso en junio de 1955.

Igualmente era necesario tener un curso completo aprobado, para poder pasar al siguiente.

Las asignaturas de los tres cursos eran:

1º- Álgebra y Contabilidad
Geometría Plana y del Espacio
Geografía Marítima y Comercial
Inglés, Primer Curso
Dibujo Geométrico

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LA ACADEMIA SANTA MARÍA PARTE 2
Los alumnos del C.E.N. Elcano iban a examinarse a la Escuela de Bilbao, pero los de La Santa María íbamos a Barcelona, situada en la Plaza del Palacio muy cerca del mar. La razón, parece ser, es que uno de los catedráticos de Barcelona, D. Cesáreo Díaz Fernández, autor de los libros Trigonometría Esférica y Mecánica Aplicada al Buque y profesor de esas asignaturas, antes de ganar la cátedra había dado clases en la Academia en Madrid, y algunos decían que tenía una participación en la misma. Era cuñado del director. También decían que daba un trato más benevolente a los alumnos de Madrid que íbamos a Barcelona.

En esa Escuela estaba, además de Secretario, como catedrático de la asignatura de Máquinas y Taller, para los alumnos de Máquinas, D. José Pérez del Río. Un icono para los Maquinistas Navales de varias generaciones. D. José había escrito su “Tratado General de Máquinas Marinas”. Una obra en ocho volúmenes que ha servido de consulta igualmente para varias promociones de Maquinistas Navales. D. José fue el primer Doctor en Ciencias del Mar de España por su Tesis Doctoral “En defensa de la máquina de vapor”. Siempre recordaré las siguientes frases escritas por D. José como prólogo a su publicación.

“A los muertos y a los viejos Maquinistas Navales de otros tiempos, taumaturgos oscuros y tenaces, que allá en su fáustico mundo (hierro, mar, vapor y fuego), crearon para nosotros blasones y derechos”.

Durante las épocas de exámenes, Junio y Septiembre, los alumnos se alojaban acompañados del director de la Academia D. Juan Tenreiro Rodríguez en la pensión Jardín, en la calle Nueva de San Francisco, en pleno casco histórico de Barcelona. Una curiosidad era que las notas iban de 0 a 6, y 3 ya era aprobado.

Los dueños de la pensión Jardín tenían por aquella época una hija en edad de merecer, rubia y llamada Nina que tonteaba con algún alumno. Yo personalmente como tenía familia en Barcelona, me alojaba en su casa y nunca fui huésped de la pensión.

El viaje en tren expreso, (según Ramón de Campoamor, el tren no corría que volaba), desde Madrid a Barcelona tardaba 14 horas. Salía de Atocha a las 10 de la noche y llegaba a la estación de Francia a las 12 horas del día siguiente. Por Zaragoza pasaba a las 4 de la madrugada. El billete en tercera clase (10 personas por departamento) costaba 125 pesetas. Eso si, como la locomotora era de vapor, estaba garantizada alguna carbonilla en los ojos. También había que pasar un túnel, una vez entrado el tren en Cataluña, cuya travesía duraba unos 20 minutos donde la sensación de ahogo era angustiosa. Una pareja de la policía secreta exigía la documentación, y a nosotros menores de 18 años, el permiso paterno para poder hacer el viaje.

El director y creo que principal accionista de la Academia, D. Juan Tenreiro Rodríguez había sido sargento del Cuerpo de Máquinas de la Armada, concretamente 2º Maquinista. Había ingresado en la Armada en 1922, pero como había permanecido fiel a la República y además en 1930 había ingresado en la logia Tolstoi de la masonería, una vez acabada la guerra civil fue depurado por sentencia del tribunal correspondiente nº D.O. 84/42 y expulsado de la Armada, y gracias a que salvó la vida, pues otros compañeros con “delitos parecidos” fueron fusilados. D. Juan para sobrevivir derivó su actividad profesional a la enseñanza en la Marina Mercante, participando en la creación de la Academia La Santa María. Un hombre que con gran esfuerzo, profesional y comercial, en aquellos tiempos difíciles, tuvo una academia que se mantuvo con éxito muchos años, y a la que venían a formarse marinos mercantes de toda España. Un buen empresario que además ayudaba a los alumnos que lo necesitaban.

El curso 1954/55, que fue en el que yo empecé, había estrenado un nuevo plan de estudios, que para los alumnos de Náutica consistía en un examen de ingreso y tres cursos. El examen de ingreso tenía dos grupos, ciencias y letras y era necesario haber aprobado los dos grupos para pasar a primero de carrera. El profesor del grupo de ciencias se llamaba D. Javier, un licenciado en Física, algo bisojo, muy buen profesor. En cuanto el país, remontó un poco de las secuelas de la guerra civil, encontró un empleo en la industria, mejor remunerado que en la enseñanza y dejó la Academia siendo sustituido por otro físico, llamado D. Simón que ya no era tan buen profesor. El profesor del grupo de letras era D. Primitivo, un señor ya mayor, licenciado en Filosofía y Letras, misógino y que de joven había dado la vuelta al mundo, batallita que nos contaba y que nos dejaba a todos interesados. Aprobé el examen de ingreso en junio de 1955.

Igualmente era necesario tener un curso completo aprobado, para poder pasar al siguiente.

Las asignaturas de los tres cursos eran:

1º- Álgebra y Contabilidad
Geometría Plana y del Espacio
Geografía Marítima y Comercial
Inglés, Primer Curso
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Re: Ex-alumnos de la academia Santa Maria

Mensaje por Emilio Fernandez »

LA ACADEMIA SANTA MARÍA PARTE 3
Nomenclatura de Nudos y Cabos



2º- Trigonometría Rectilínea y Esférica
Álgebra Superior y elementos del Cálculo Infinitesimal
Física, Mecánica, Electricidad y Elementos de Radio
Mecánica Aplicada al Buque
Inglés, Segundo Curso
Dibujo de Barcos
Higiene Naval

3º- Astronomía Náutica y Navegación
Maniobras, Nomenclatura y Estructura del Buque, Carga y Estiba
Reglamento Internacional de Luces y Abordajes y Balizamiento
Derecho y Legislación Marítima
Meteorología y Oceanografía
Nociones de Máquinas y Calderas
Inglés, 3er. Curso
Natación

Yo pertenecí a la primera promoción que tuvo que pasar la prueba de natación. No recuerdo donde fue, si que era una piscina de 25m de largo que debías recorrer nadando para aprobar. Toda una novedad y gran expectación en el profesorado y como siempre algún insensato que se tiró al agua sin saber nadar y al que hubo que sacar a toda prisa y además para mayor inri suspendido en el examen.

El autor del libro Geografía Marítima y Comercial, profesor en la Escuela de esa materia y Director de la misma, era D. Francisco Condeminas Mascaró, un importante naviero que fue pillado con contrabando en uno de sus barcos y disimuladamente destituido, siendo sustituido por el Capitán D. Ángel Urrutia Landaburu.

Como cosa curiosa los pasajeros que volvían de las Baleares en barco tenían que pasar aduanas en la península. Aduanas sin salir del propio país. Esto era normal con las islas Canarias por ser puertos francos, pero no lo eran las Baleares, lo que pasaba era que el contrabando de tabaco estaba a la orden del día. Juan March mandaba mucho, para eso había financiado el vuelo del Dragón Rapide al Caudillo al principio de la guerra civil.

Quiero hacer mención especial a dos asignaturas del último curso, que para mi fueron fundamentales en la formación de un buen marino, Derecho y Legislación Marítima, y Astronomía y Navegación.

Respecto al Derecho y Legislación Marítima, cuando vi los dos tomos (precio de la obra 150 pesetas) que con los 55 temas habían escrito los auditores de la Armada, teniente coronel Vigier de Torres y comandante Pérez Olivares, profesores de esa asignatura en las Escuelas de Cádiz y Barcelona respectivamente, y la amplísima información que sobre el funcionamiento del mundo marítimo desde los puntos de vista laborales, administrativos, legales, mercantiles, militares, postales, internacionales, fiscales, sanitarios, etc. contenían, me planteé que o me lo tomaba en serio o no aprobaba esa asignatura a la primera. Así que de acuerdo con otro compañero que pensaba igual que yo, quedábamos todas las noches después de cenar, un día en mi casa y otro en la suya y nos encerrábamos para hacer unos apuntes con un resumen de cada lección. Nos llevó varios meses pero al final conseguimos unos apuntes pasados a máquina fáciles de leer, de entender y sobre todo de estudiar. Solo nos dimos un momento de respiro, al acabar el primer tomo nos fuimos al cine a ver “PICNIC” con Kim Novak, entonces en su plenitud física y William Holden. Al acabar todo el trabajo y para empezar a ponernos en ambiente marino nos fuimos a ver al cine Imperial de la Gran Vía, hoy desaparecido, “LA LEY DEL SILENCIO” de Marlon Brando. Nuestro esfuerzo dio sus frutos y aprobamos esa asignatura a la primera. La euforia del aprobado hizo que yo regalara los apuntes a algún compañero que había suspendido, lo cual a la larga lo lamenté pues todavía tenía que enfrentarme con el Derecho en los exámenes para Piloto y Capitán.

Un día en pleno mes de Agosto, recibí una llamada del profesor de Derecho y Legislación Marítima de la Academia La Santa María, pidiéndome fuese a verle. Acudí y me propuso dar su clase durante una semana, ya que tenía que desplazarse fuera de Madrid por asuntos personales. Acepté y durante ese tiempo fui profesor de compañeros míos que no habían aprobado en Junio. A su regreso el profesor me entregó un sobre, que al abrirlo, cuando salí a la calle, contenía un billete de 100 pesetas. Mi primer dinero ganado con mi trabajo.

El problema de la asignatura Astronomía y Navegación era completamente distinto. Hoy en día con la llegada del GPS, esta asignatura ha quedado en segundo plano, aunque un buen marino siempre, a mi juicio, debe saber usar el sextante, el cronómetro con su estado absoluto, el almanaque náutico del año y las tablas de logaritmos para obtener situaciones con la meridiana, la polar en el hemisferio norte, y la tangente Marq St. Hilaire
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LA ACADEMIA SANTA MARÍA PARTE 3
Nomenclatura de Nudos y Cabos



2º- Trigonometría Rectilínea y Esférica
Álgebra Superior y elementos del Cálculo Infinitesimal
Física, Mecánica, Electricidad y Elementos de Radio
Mecánica Aplicada al Buque
Inglés, Segundo Curso
Dibujo de Barcos
Higiene Naval

3º- Astronomía Náutica y Navegación
Maniobras, Nomenclatura y Estructura del Buque, Carga y Estiba
Reglamento Internacional de Luces y Abordajes y Balizamiento
Derecho y Legislación Marítima
Meteorología y Oceanografía
Nociones de Máquinas y Calderas
Inglés, 3er. Curso
Natación

Yo pertenecí a la primera promoción que tuvo que pasar la prueba de natación. No recuerdo donde fue, si que era una piscina de 25m de largo que debías recorrer nadando para aprobar. Toda una novedad y gran expectación en el profesorado y como siempre algún insensato que se tiró al agua sin saber nadar y al que hubo que sacar a toda prisa y además para mayor inri suspendido en el examen.

El autor del libro Geografía Marítima y Comercial, profesor en la Escuela de esa materia y Director de la misma, era D. Francisco Condeminas Mascaró, un importante naviero que fue pillado con contrabando en uno de sus barcos y disimuladamente destituido, siendo sustituido por el Capitán D. Ángel Urrutia Landaburu.

Como cosa curiosa los pasajeros que volvían de las Baleares en barco tenían que pasar aduanas en la península. Aduanas sin salir del propio país. Esto era normal con las islas Canarias por ser puertos francos, pero no lo eran las Baleares, lo que pasaba era que el contrabando de tabaco estaba a la orden del día. Juan March mandaba mucho, para eso había financiado el vuelo del Dragón Rapide al Caudillo al principio de la guerra civil.

Quiero hacer mención especial a dos asignaturas del último curso, que para mi fueron fundamentales en la formación de un buen marino, Derecho y Legislación Marítima, y Astronomía y Navegación.

Respecto al Derecho y Legislación Marítima, cuando vi los dos tomos (precio de la obra 150 pesetas) que con los 55 temas habían escrito los auditores de la Armada, teniente coronel Vigier de Torres y comandante Pérez Olivares, profesores de esa asignatura en las Escuelas de Cádiz y Barcelona respectivamente, y la amplísima información que sobre el funcionamiento del mundo marítimo desde los puntos de vista laborales, administrativos, legales, mercantiles, militares, postales, internacionales, fiscales, sanitarios, etc. contenían, me planteé que o me lo tomaba en serio o no aprobaba esa asignatura a la primera. Así que de acuerdo con otro compañero que pensaba igual que yo, quedábamos todas las noches después de cenar, un día en mi casa y otro en la suya y nos encerrábamos para hacer unos apuntes con un resumen de cada lección. Nos llevó varios meses pero al final conseguimos unos apuntes pasados a máquina fáciles de leer, de entender y sobre todo de estudiar. Solo nos dimos un momento de respiro, al acabar el primer tomo nos fuimos al cine a ver “PICNIC” con Kim Novak, entonces en su plenitud física y William Holden. Al acabar todo el trabajo y para empezar a ponernos en ambiente marino nos fuimos a ver al cine Imperial de la Gran Vía, hoy desaparecido, “LA LEY DEL SILENCIO” de Marlon Brando. Nuestro esfuerzo dio sus frutos y aprobamos esa asignatura a la primera. La euforia del aprobado hizo que yo regalara los apuntes a algún compañero que había suspendido, lo cual a la larga lo lamenté pues todavía tenía que enfrentarme con el Derecho en los exámenes para Piloto y Capitán.

Un día en pleno mes de Agosto, recibí una llamada del profesor de Derecho y Legislación Marítima de la Academia La Santa María, pidiéndome fuese a verle. Acudí y me propuso dar su clase durante una semana, ya que tenía que desplazarse fuera de Madrid por asuntos personales. Acepté y durante ese tiempo fui profesor de compañeros míos que no habían aprobado en Junio. A su regreso el profesor me entregó un sobre, que al abrirlo, cuando salí a la calle, contenía un billete de 100 pesetas. Mi primer dinero ganado con mi trabajo.

El problema de la asignatura Astronomía y Navegación era completamente distinto. Hoy en día con la llegada del GPS, esta asignatura ha quedado en segundo plano, aunque un buen marino siempre, a mi juicio, debe saber usar el sextante, el cronómetro con su estado absoluto, el almanaque náutico del año y las tablas de logaritmos para obtener situaciones con la meridiana, la polar en el hemisferio norte, y la tangente Marq St. Hilaire
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Re: Ex-alumnos de la academia Santa Maria

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LA ACADEMIA SANTA MARÍA PARTE 4
del sol y de estrellas en circunstancias favorables, para situarse cuando está lejos de la costa.

La llegada de la radionavegación, con sus radiofaros, radar, sistema Consol, y los sistemas de situación por enrejado hiperbólico; Gee, Loran y Decca fueron una gran ayuda en nuestra época, pero no desplazaron como hoy en día ha sucedido con el GPS a la navegación astronómica.

Por eso en nuestras promociones esta asignatura era el coco de la carrera. En la Academia La Santa Maria el profesor para esta asignatura de tercer curso, era el propio director, D. Juan Tenreiro. Pero D. Juan era un maquinista procedente de la Armada y se había reciclado para aprender esta materia. El resultado fue que no era muy buen profesor de la misma. De hecho en los cursillos para Pilotos y Capitanes traía a Oficiales del Cuerpo General de la Armada para impartir esta disciplina.

Se sabía que en las proximidades de la Academia había un profesor dedicado exclusivamente a esta asignatura, para alumnos de tercer curso y aspirantes a Pilotos y a él me apunté, lo cual en una ocasión me costó una bronca de D. Juan, que me dijo ¿Que pasa, es que ya no te sirvo?

Este profesor se llamaba Arturo, aunque su nombre completo era Arturo López Fuentes, tenía un aula alquilada en la calle Libertad y luego pasó a la calle Augusto Figueroa. Arturo empezó sus prácticas de mar para Piloto en la CAMPSA pero pronto se dio cuenta de que aquel no era su mundo. Se desembarcó, se quitó el galón de 7 mm. con su ovalo negro y su ancla dorada y botones dorados de su uniforme y siempre con su traje azul cruzado, que frecuentemente se manchaba con tiza blanca que le caía de la pizarra, daba sus clases. Arturo se especializó en esta asignatura y la verdad es que la hacía amena y comprensible, eso si, a base de trabajar diariamente entre dos y tres horas para ir resolviendo los cálculos cada vez más difíciles que proponía y aprender la teoría según la iba desarrollando. Fue una decisión acertada pues la aprobé a la primera convocatoria.

Los catedráticos de esa asignatura en las Escuelas Oficiales de La Coruña, Bilbao, Cádiz y Barcelona eran los Sres. Arana, Inchaurtieta, Bedoya y Urrutia respectivamente. Se turnaban por convocatorias para proponer los cálculos de exámenes de Pilotos y Capitanes. Se dice de uno de ellos que una vez planteó el habitual reconocimiento de astro desconocido, que resultó ser la Luna. ¡ Sin comentarios ¡

Terminé mis estudios de Náutica en Junio de 1958 pero debido a un problema de salud no pude embarcar para comenzar mis prácticas como Agregado de Puente para poder examinarme de Piloto de Vapor hasta Febrero de 1959. Dos eran las posibilidades; una, dos años de embarque con un mínimo de 250 días de mar (ojo, días de 24 horas de mar, así es que dos singladuras de 12h. de navegación cada una solamente contaba como un día de mar) de los cuales la mitad debía ser en altura. Dos, cuatrocientos días de mar de 24 horas, de ellos por lo menos la mitad en altura. En ambos casos un Cuaderno con 100 cálculos de navegación y los Diarios de Navegación, todos ellos firmados por el Capitán y visados por el Comandante de Marina o Cónsul. Yo acabé las prácticas con la segunda opción, por haber estado bastante tiempo en un petrolero, del que fui trasbordado a uno de los buques-escuela de la Empresa Nacional Elcano, lo que me resultó muy útil, pues me ahorró el cursillo de Pilotos, que de otra forma hubiera tenido que hacer en la Academia, para disgusto de D. Juan.

Desembarqué en Málaga en Diciembre de 1960 y aprobé en Barcelona el primer grupo (Astronomía, Navegación, Cálculos, Reglamentos de Abordajes, Meteorología) en Enero de 1961 y en Junio del mismo año el segundo grupo (Derecho, Maniobras, etc.). Mi título de Piloto de la Marina Mercante de 1ª Clase, por el que me canjearon el de Piloto de Vapor tiene una antigüedad del 07-10-1961.

Para examinarme de Capitán, hacía falta estar embarcado como Oficial 600 días de mar de 24 horas, de ellos la mitad en altura, un Cuaderno con 150 cálculos de navegación y los Diarios de Navegación, igualmente firmados todos los documentos por el Capitán y visados por el Comandante de Marina o Cónsul. Empecé a navegar como Oficial en Octubre de 1962 y completé los días en Junio de 1965 y pasado el verano, concretamente a primeros de Septiembre comencé el cursillo de Capitanes en la Academia La Santa María, ya reconciliado con D. Juan. El cursillo duraba 4 meses y los exámenes empezaron en Enero 1966, durando prácticamente un mes, consiguiendo aprobar a la primera. Mi número de examinando fue el 69, sacado al azar, con cierto cachondeo por parte de los examinadores, número que debía reflejar en todos los papeles del examen, pues no se podía indicar el nombre para evitar “enchufados”.

Nuestra promoción fue la primera en examinarse en la cafetería de la Subsecretaría de la Marina Mercante, una vez fallado el intento de hacerlo en los salones del Colegio de Huérfanos de la Armada de Arturo Soria. Nos citaron allí el primer día de cálculos a primeros de Enero en una sala sin calefacción, la temperatura ambiente estaría por los 3 o 4 grados, tuvimos que hacer el examen con el abrigo, la bufanda, la gorra el que la llevaba y prácticamente los guantes puestos. El siguiente día de cálculos ya fuimos

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EMILIO FERNÁNDEZ
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Re: Ex-alumnos de la academia Santa Maria

Mensaje por Emilio Fernandez »

LA ACADEMIA SANTA MARÍA PARTE 4
del sol y de estrellas en circunstancias favorables, para situarse cuando está lejos de la costa.

La llegada de la radionavegación, con sus radiofaros, radar, sistema Consol, y los sistemas de situación por enrejado hiperbólico; Gee, Loran y Decca fueron una gran ayuda en nuestra época, pero no desplazaron como hoy en día ha sucedido con el GPS a la navegación astronómica.

Por eso en nuestras promociones esta asignatura era el coco de la carrera. En la Academia La Santa Maria el profesor para esta asignatura de tercer curso, era el propio director, D. Juan Tenreiro. Pero D. Juan era un maquinista procedente de la Armada y se había reciclado para aprender esta materia. El resultado fue que no era muy buen profesor de la misma. De hecho en los cursillos para Pilotos y Capitanes traía a Oficiales del Cuerpo General de la Armada para impartir esta disciplina.

Se sabía que en las proximidades de la Academia había un profesor dedicado exclusivamente a esta asignatura, para alumnos de tercer curso y aspirantes a Pilotos y a él me apunté, lo cual en una ocasión me costó una bronca de D. Juan, que me dijo ¿Que pasa, es que ya no te sirvo?

Este profesor se llamaba Arturo, aunque su nombre completo era Arturo López Fuentes, tenía un aula alquilada en la calle Libertad y luego pasó a la calle Augusto Figueroa. Arturo empezó sus prácticas de mar para Piloto en la CAMPSA pero pronto se dio cuenta de que aquel no era su mundo. Se desembarcó, se quitó el galón de 7 mm. con su ovalo negro y su ancla dorada y botones dorados de su uniforme y siempre con su traje azul cruzado, que frecuentemente se manchaba con tiza blanca que le caía de la pizarra, daba sus clases. Arturo se especializó en esta asignatura y la verdad es que la hacía amena y comprensible, eso si, a base de trabajar diariamente entre dos y tres horas para ir resolviendo los cálculos cada vez más difíciles que proponía y aprender la teoría según la iba desarrollando. Fue una decisión acertada pues la aprobé a la primera convocatoria.

Los catedráticos de esa asignatura en las Escuelas Oficiales de La Coruña, Bilbao, Cádiz y Barcelona eran los Sres. Arana, Inchaurtieta, Bedoya y Urrutia respectivamente. Se turnaban por convocatorias para proponer los cálculos de exámenes de Pilotos y Capitanes. Se dice de uno de ellos que una vez planteó el habitual reconocimiento de astro desconocido, que resultó ser la Luna. ¡ Sin comentarios ¡

Terminé mis estudios de Náutica en Junio de 1958 pero debido a un problema de salud no pude embarcar para comenzar mis prácticas como Agregado de Puente para poder examinarme de Piloto de Vapor hasta Febrero de 1959. Dos eran las posibilidades; una, dos años de embarque con un mínimo de 250 días de mar (ojo, días de 24 horas de mar, así es que dos singladuras de 12h. de navegación cada una solamente contaba como un día de mar) de los cuales la mitad debía ser en altura. Dos, cuatrocientos días de mar de 24 horas, de ellos por lo menos la mitad en altura. En ambos casos un Cuaderno con 100 cálculos de navegación y los Diarios de Navegación, todos ellos firmados por el Capitán y visados por el Comandante de Marina o Cónsul. Yo acabé las prácticas con la segunda opción, por haber estado bastante tiempo en un petrolero, del que fui trasbordado a uno de los buques-escuela de la Empresa Nacional Elcano, lo que me resultó muy útil, pues me ahorró el cursillo de Pilotos, que de otra forma hubiera tenido que hacer en la Academia, para disgusto de D. Juan.

Desembarqué en Málaga en Diciembre de 1960 y aprobé en Barcelona el primer grupo (Astronomía, Navegación, Cálculos, Reglamentos de Abordajes, Meteorología) en Enero de 1961 y en Junio del mismo año el segundo grupo (Derecho, Maniobras, etc.). Mi título de Piloto de la Marina Mercante de 1ª Clase, por el que me canjearon el de Piloto de Vapor tiene una antigüedad del 07-10-1961.

Para examinarme de Capitán, hacía falta estar embarcado como Oficial 600 días de mar de 24 horas, de ellos la mitad en altura, un Cuaderno con 150 cálculos de navegación y los Diarios de Navegación, igualmente firmados todos los documentos por el Capitán y visados por el Comandante de Marina o Cónsul. Empecé a navegar como Oficial en Octubre de 1962 y completé los días en Junio de 1965 y pasado el verano, concretamente a primeros de Septiembre comencé el cursillo de Capitanes en la Academia La Santa María, ya reconciliado con D. Juan. El cursillo duraba 4 meses y los exámenes empezaron en Enero 1966, durando prácticamente un mes, consiguiendo aprobar a la primera. Mi número de examinando fue el 69, sacado al azar, con cierto cachondeo por parte de los examinadores, número que debía reflejar en todos los papeles del examen, pues no se podía indicar el nombre para evitar “enchufados”.

Nuestra promoción fue la primera en examinarse en la cafetería de la Subsecretaría de la Marina Mercante, una vez fallado el intento de hacerlo en los salones del Colegio de Huérfanos de la Armada de Arturo Soria. Nos citaron allí el primer día de cálculos a primeros de Enero en una sala sin calefacción, la temperatura ambiente estaría por los 3 o 4 grados, tuvimos que hacer el examen con el abrigo, la bufanda, la gorra el que la llevaba y prácticamente los guantes puestos. El siguiente día de cálculos ya fuimos

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Re: Ex-alumnos de la academia Santa Maria

Mensaje por Emilio Fernandez »

LA ACADEMIA SANTA MARÍA PARTE 5 Y ÚLTIMA

citados en la cafetería de la Subsecretaría, aunque como su capacidad era limitada nos tuvieron que dividir en tres grupos.

Mi título de Capitán tiene de antigüedad 02-02-1966 de la promoción nº 33.

Había que reconocer que para los cursillos de Capitán, la Santa María ganaba por goleada a las demás en número de asistentes y aprobados.

Como curiosidad indico el cuadro de profesores de los cursillos de Capitanes de aquella época:

D. Luis Angosto Pinto, Capitán de Corbeta - Astronomía y Navegación
(incluyendo la temida Compensación)
D. José Duret Albeleira, Comandante Auditor - Derecho y Legislación
D. Juan Blanco Traba, teniente de Navío - Radio
D. Mariano Rascón García, Doctor en Medicina - Higiene Naval
D. Antonio Palacio Muñoz, Comandante de la Escuela Técnica de Meteorología - Meteorología y Oceanografía
D. Primitivo González Adamez, Licenciado en Letras - Profesor de Inglés
D. Juan Tenreiro Rodríguez, Director y Maquinista Naval Jefe – Profesor de Mecánica y Teoría del Buque

D. Juan tenía un hijo al que todos llamábamos Juanito, Juan Tenreiro García, mayor que nosotros que sacó el Título de Piloto. Puso una Academia para Náutica Deportiva en la calle Serrano allá por la década de los ochenta y luego tengo entendido que se fue de profesor en alguna de las Escuelas de Náutica que proliferaron con la democracia, concretamente en Santander. Murió joven.

La descentralización de los títulos de Capitán, los años que ya tenía D. Juan, el hecho de que en 1982 el B.O.E. le restituyera a la Armada con el grado de comandante, aunque solo a efectos de jubilación y la crisis de la Marina Mercante llevaron a la Academia a su desaparición. Sus locales fueron ocupados por una Academia dedicada a Cuerpos de Seguridad privada, que hoy en día siguen allí. Ignoro en que fecha murió D. Juan.

La Academia La Santa Maria, exclusivamente para Capitanes y Oficiales de la Marina Mercante ya es historia, pero los que la conocimos la mantenemos en el recuerdo. De hecho algunas viejas glorias nos reunimos en Madrid una vez al año a comer para recordar viejos y posiblemente mejores tiempos.


Capitán Emilio Fernández Sánchez M.M.E.
Director del Área de Archivos y Bibliotecas de la R.L.N.E.
Presidente de la Asociación de Jubilados y Pensionistas del Mar de Madrid


Bibliografía:

El Cuerpo de Maquinistas de la Armada Española (1850-1950) de Antonio de la Vega Blasco.
Revista U.O.M.M.
B.O.E.
Ingenieríamarina.wordpress.com
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Re: Ex-alumnos de la academia Santa Maria

Mensaje por Emilio Fernandez »

LA ACADEMIA SANTA MARÍA

Como cosa curiosa os puedo contar que hará un par de años vino un colega a visitarme a mi despacho de Presidente de los Jubilados del Mar de Madrid a ofrecerme uno de los cartelones que anunciaban la Academia desde uno de los balcones de la calle San Bartolomé y que guardaba el director de la actual Academia Pinto, de seguridad, que ocupó sus instalaciones.

Yo no tenía sitio para hacerme cargo del cartelón, os lo digo por si a alguno le interesa le pongo en contacto con él.

Saludos
Emilio Fernández
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