Lo único que está claro es que Trasmediterránea ha dejado de ser una ONG y busca beneficio, la marcha anunciada por la prensa ha puesto en alerta a unos pocos que saben el palo que va ser para la ciudad, mientras la mayoría de los gaditanos tienen la vista puesta en febrero.
Ha habido declaraciones de todo tipo:
Unas que criticaban a la Autoridad Portuaria, organismo público que también busca beneficio y que compite frente a otras Autoridades, por no enterarse de los planes de una empresa privada. Otras que directamente sacan el pañuelo y ya preparan el terreno y el cazo para pedir reconversiones y subvenciones. Otras que dicen que sólo ha sido un susto, que ya está todo arreglado y que podemos seguir confiando porque sus gestiones han tenido fruto. Otras apelan a la memoria histórica, esa por la que se perdió el monopolio del comercio de indias.
Pero a río revuelto ganancia de pescadores, seguramente se venda la pronta sustitución del lento Juan J. Sister por el más moderno y grande Sorolla, como una muestra de la confianza de Trasmediterránea en Cádiz, mientras el tráfico roro de canarias poco a poco se vaya asentando en al línea de Algeciras, dentro de unos años llegara su finiquitación cuando se muestre que llevar barcos vacíos no es rentable (sin subvención). Pero eso es un problema a largo plazo y de momento se salva el primer partido.
A su vez, Acciona seguramente obtendrá beneficios en el puerto de Cádiz, beneficios que hipotecaran al puerto y en un futuro volverán a dar beneficios a Acciona, mientras desde esa Junta que lucha porque Cádiz no pierda tráfico se continua potenciando el puerto de Sevilla, verdadero competidor de Cádiz a estas alturas.
Cádiz tiene que buscar su hueco, competir con Algeciras está perdido, a más tráfico tarifas más baratas y así, la pescadilla continua mordiéndose la cola. Cádiz y su Bahía se han quedado sin industria, casi sin astilleros y afortunadamente carecen de las contaminantes petroquímicas pero ahora no deben convertirse en un aparcamiento gigante o en almacén de áridos, esos que solo ensucian y no nadie quiere, la memoria flaquea, pero todavía no hace mucho se descargaba carbón en medio de la ciudad y el levante de momento no se va.
El negocio para la trimilenaria ciudad y su Bahía está en tráfico de pasaje y en los servicios, es un negocio del siglo XXI, limpio y rentable que no sólo da benéficos al puerto, sino a toda la Bahía de Cádiz. Los cruceristas y los tripulantes de esos cruceros vienen a ser como esos golfistas que tanto dejan en sus vacaciones, es un negocio del que viven sobradamente cientos de ciudades, y a Cadiz y su provincia le sobran encantos para quedarse con ese tráfico, sin olvidar que Sevilla está a una hora de autobús y esperamos que pronto a menos en tren.
Los negocios cambian y ya nadie trae los plátanos en pallets,el algodón en balas, o duros a cuatro pesetas, es hora de abrirse a otros mercados, la globalización busca la mano de obra en China o Asia pero el turismo por mar está en crecimiento y la ciudad junto con el puerto deben de echar el resto en llevarse ese gato al agua.