Los pérfidos ingleses han hecho un concienzudo estudio de estos inventos del demonio, una de las principales causas de accidentes a bordo en ejercicios. Lamentablemente, los ingenieros no son capaces de construirlos para inútiles totales y facilmente se superan las seguridades, quizá si les hiciesen probarlos varias veces, igual aprenden a diseñarlos.
Recuerdo con especial desagrado una de las pruebas de mar a los que se les somete, y que consiste en disparar el bote de sus ganchos con el barco navegando al menos a tres nudos. Demencial. Encima luego, hay que recuperarlo cosa que casi ninguno ha pensado cuando lo diseñó.
Otro premio se merecen los que no encuentran un sitio más alto que la chimenea para colocarlos.
A ver si poco a poco…