Vaya días que tiene que estar pasando un porcentaje grande de ciudadanos de este país llamado España, viendo lo que noticiero tras noticiero aparece en sus televisores: señoritos de todo pelo y procedencia gastando cientos de miles de euros a discreción, con tarjetas de crédito opacas de una caja de ahorros pública, cuando a ellos se les hace casi imposible conseguir cada día los veinte euros que les permitirían poder comer alguna cosa medio decente y pagar los servicios básicos de su casa.
Yo me pregunto cómo habría actuado si me hubiesen otorgado a mí esa prebenda de la tarjetita ¿La habría usado con moderación y coherencia, gastando solo lo que realmente supusiesen dietas y gastos justificables por razón del cargo de una manera transparente o me habría apuntado al festín del derroche con cargo al dinero casi público? Confieso que me resulta complicado responder. Quizás hace años, por aquello de la juventud e inexperiencia me habría dejado llevar. Creo que a día de hoy habría resistido la tentación.
La naturaleza humana y la sociedad competitiva en que vivimos nos empuja en cierto modo a tener este tipo de comportamientos impropios, y muchas veces, si uno tiene alguna duda sobre si actuar así o no, detrás está su mujer diciéndole: "no seas tonto, todos lo hacen y no pasa nada. Para una vez que te toca a ti aprovéchate". Pero para corregir estos desmanes existen instituciones como la Justicia. Creo que el problema nuestro es que en treinta y tantos años de democracia, todos en mayor o menor medida somos conscientes y tenemos incluso referencias de que muchos, muchísimos cargos públicos, directivos de empresas, chiringuitos públicos o semi-públicos, funcionarios con capacidad de decisión, etc. han venido haciendo su particular agosto sin que nadie les haya importunado ¿Cuántos de éstos puede alguien recordar que hayan sido condenados en todas estas décadas por corrupción, cohecho, tráfico de influencias...? A mí así al pronto solo me viene a la cabeza Roldán, y probablemente éste acabó como acabó porque gestionó mal su estrategia de defensa y decidió fugarse (o alguien lo convenció para que actuase así).
Si en lugar de estar tan extendido entre la población el convencimiento de que casi todos los chanchullos y corrupciones quedan impunes, existiese la idea contraria y la gente sintiese que la Justicia realiza su labor de manera implacable, desenmascarando y finalmente condenando a corruptos, otro gallo cantaría y todos estos cargos se cuidarían mucho de meter la mano en la caja. Pero lamentablemente las cosas aquí son como son y el poder político lo controla casi todo, incluida la Justicia. Ahí tenemos como paradigma el caso Pujol. A mí nadie me puede sacar de la cabeza que en las altas esferas todo el mundo sabía de las andanzas de este personaje y su clan, pero le dejaban hacer porque servía a los intereses del Estado. Solo ha estallado el escándalo cuando algo se ha salido del guión.
Apoyado en el mismo razonamiento, me pregunto por qué sale a la luz todo este asunto de las tarjetas precisamente ahora. Hay mucha gente implicada y obviamente mucha más tenía que estar al tanto de la existencia de estas tarjetas, pero durante todo el proceso de rescate de Bankia, nada ha trascendido ¿Es posible que de toda la gente que sabía de este asunto nadie se haya atrevido hasta ahora a denunciarlo.... trabajadores de la entidad que han perdido su empleo, consejeros honestos que rechazaron usar ese tipo de regalías.... Nadie...?
Creo que esto sale a la luz ahora porque le interesa al poder político y el poder político actualmente tiene un nombre: PARTIDO POPULAR ¿Cuál es ese interés? ¿Vendettas internas, mostrar a la opinión pública que la corrupción está instalada en todos los partidos y organizaciones para así diluir los casos propios (Bárcenas, Gürtel..) de cara al año electoral...? ¡Vaya usted a saber! Pero estoy convencido de que aquí no hay casualidades.
Los caídos de Caja Madrid